Protusión discal: síntomas y tratamientos

Una lesión común, con un nombre algo extraño para nuestros oídos es la protusión discal. Se localiza en la columna vertebral, más concretamente en el disco intervertebral y suele aparecer a consecuencia de la compresión de la columna, por un golpe o traumatismo y, en algunos casos, tiene su origen en una afección degenerativa.

Protusión discal, ¿qué es?

La protusión discal consigue que la tensión que se registra en la columna tienda a deformar la estructura del disco. Sin embargo, no conviene confundirla con la hernia. A priori, la protusión es una lesión que reviste menor gravedad. La principal diferencia radica que, para la protusión, se produce un abombamiento que rodea el disco intervertebral, mientras que la hernia se produce la salida del núcleo pulposo, a raíz de una pequeña fisura en la capa que envuelve al disco. En determinadas ocasiones, la protusión puede ser la antesala a una futura hernia de disco.

Cuáles son los síntomas de la protusión discal

Conviene tener en cuenta que no todas las protusiones discales causan dolor. Es probable que existan pacientes situados en un rango de edad entorno a los 40 años que padezcan protusiones, pero que no les genere ninguna molestia.

En otros casos, puede aparecer dolor en la espalda, concretamente en la zona cervical o lumbar, dependiendo de dónde se haya registrado la dolencia. En pacientes con mayor grado de compresión, puede existir dolor irradiado a las extremidades de los brazos si la protusión se ubica en la parte superior de la espalda, o hacia las piernas si se encuentra en la zona lumbar.

Protusión discal: tratamiento y ejercicios de movilización

Ya hemos conocido en la protusión discal, los síntomas, ahora conoceremos sus tratamientos. Pese a ser definida como una afección común, conviene que los pacientes que hayan sido diagnosticados de protusión de disco acudan a su fisioterapeuta. El profesional evaluará el estado de la lesión y programará un tratamiento que, junto a los ejercicios de rehabilitación pertinentes, ayudarán al paciente a remitir los síntomas y a evitar que la lesión se agrave.

Iniciará el tratamiento evaluando el tono muscular de la zona afectada, con el propósito de programar ejercicios de rehabilitación específicos que ayuden a fortalecer la musculatura que rodea el disco. Definido en un concepto claro y sencillo: el fisioterapeuta pretenderá conseguir una correcta higiene postural que consiga reducir la carga tensional en esa área y logre mitigar el avance de la protusión.

Se valdrá de la tecnología para evaluar el estado de la lesión. Por ejemplo: mediante el uso de la ecografía en fisioterapia, el sanitario conseguirá un diagnóstico más efectivo sobre el estado de la muscutatura situada alrededor de la estructura. La tecnología INDIBA Activ logrará aportar mayor flujo sanguíneo y un incremento celular, desinflamando la musculatura y reduciendo el dolor del paciente. Por supuesto, la terapia manual será muy efectiva para palpar el estado del tejido y descontracturar toda la musculatura adherida.

Prevención de la protusión discal

Por supuesto el objetivo del fisioterapeuta es intentar prevenir en el paciente un aumento de la patología que manifiesta. Por ello, elaborará un cuadro de rehabilitación, acompañado de consejos que eviten un agravamiento de la lesión.

Los detalles que propondrá el fisioterapeuta irán encaminados a evitar sobreesfuerzos innecesarios. Por supuesto, aconsejará al paciente sobre los movimientos correctos que debe realizar en su día a día, para evitar recaídas y nuevas lesiones sobre el disco.

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